El poema se inmortalizó en mi alma y en las de mis amigos, a través de asados y guitarreadas, entre vinos compartidos y abrazos largos de distancia...
Aquí va, como homenaje a todos ellos, en especial al Lobo, que la recitaba, y al Gordo Pelusa, que la templaba en la guitarra...
Fue una tarde en Salavina, cuando el sol se iba ocultando
que se abrió frente al juzgado Serapio Telmo Miranda.
-Vengo porque me han citao- dijo con cierta arrogancia.
-¿Vos sos Serapio Telmo Miranda?- repuso el comisario.
-De nombre y apelativo, el mismo que viste y calza.-
-Han llegao a mis oídos menta de tu mala fama,
que no hay alambrao alguno que no le hayas metío hacha.
¿Cómo es que habiendo tranqueras pa dentrar en las estancias,
andas hachando a mansalva? ¿No ves que en esos campos
hay mucha hacienda baguala y vos te haces camino
porque se te da la gana?
¡Esa sola cobardía no cabe en un alma gaucha!-
-Le voy a contestar al hombre y a la ley que me demanda.
Yo soy del origen quechua porque lo era mi mama,
mi abuelo y mi bisabuelo, y hasta el nacer de mi raza,
que engendra de esta tierra con todo el dolor del alma.
Y cada alambrao que estiran compriendo que me separan
del corazón de los míos y se divide mi raza,
que de mi madre me alejan y empiezo por añorarla.
Los alambraos no saben del dolor de la pachamama.
¿Cómo pueden vender, digo un pedazo de mi tierra
sin cometer el delito de hacer una venta falsa?
Si la tierra no es de naides... De haber un dueño, es el quechua.
Después del quechua, señor, no hay mas dueño que el sol y el agua.
Es por eso que con mi fierro ande quiera me abro cancha
porque el intruso me empotra y va transformando mi alma.
Y ya no queda un lugar donde clavar una estaca
pa que aten los caballos los huérfanos de mi patria.-
-¡Basta!- repuso el comisario- me has dao una lección sabia,
yo también soy argentino y llevo un quechua en el alma.
Ya mismo, amigo Serapio monte sobre su caballo
y salga a pelear por lo suyo, porque es suya la campaña.
Desde el nacer de Ushuaia hasta el confín de La Quiaca,
del pie de la cordillera, a las orillas del Plata.
¡Demuestre que lleva un quechua en el alma!-
-¡Gracias comisario, gracias!
que se abrió frente al juzgado Serapio Telmo Miranda.
-Vengo porque me han citao- dijo con cierta arrogancia.
-¿Vos sos Serapio Telmo Miranda?- repuso el comisario.
-De nombre y apelativo, el mismo que viste y calza.-
-Han llegao a mis oídos menta de tu mala fama,
que no hay alambrao alguno que no le hayas metío hacha.
¿Cómo es que habiendo tranqueras pa dentrar en las estancias,
andas hachando a mansalva? ¿No ves que en esos campos
hay mucha hacienda baguala y vos te haces camino
porque se te da la gana?
¡Esa sola cobardía no cabe en un alma gaucha!-
-Le voy a contestar al hombre y a la ley que me demanda.
Yo soy del origen quechua porque lo era mi mama,
mi abuelo y mi bisabuelo, y hasta el nacer de mi raza,
que engendra de esta tierra con todo el dolor del alma.
Y cada alambrao que estiran compriendo que me separan
del corazón de los míos y se divide mi raza,
que de mi madre me alejan y empiezo por añorarla.
Los alambraos no saben del dolor de la pachamama.
¿Cómo pueden vender, digo un pedazo de mi tierra
sin cometer el delito de hacer una venta falsa?
Si la tierra no es de naides... De haber un dueño, es el quechua.
Después del quechua, señor, no hay mas dueño que el sol y el agua.
Es por eso que con mi fierro ande quiera me abro cancha
porque el intruso me empotra y va transformando mi alma.
Y ya no queda un lugar donde clavar una estaca
pa que aten los caballos los huérfanos de mi patria.-
-¡Basta!- repuso el comisario- me has dao una lección sabia,
yo también soy argentino y llevo un quechua en el alma.
Ya mismo, amigo Serapio monte sobre su caballo
y salga a pelear por lo suyo, porque es suya la campaña.
Desde el nacer de Ushuaia hasta el confín de La Quiaca,
del pie de la cordillera, a las orillas del Plata.
¡Demuestre que lleva un quechua en el alma!-
-¡Gracias comisario, gracias!